"Yo no puedo... yo no sé." Esta es una frase que frecuentemente escuchamos en el jardín de la boca de nenes que están convencidos de ello.
Sin embargo la mayoría de las veces al incentivarlos y
motivarlos, ellos notan que pueden hacerlo sin dificultad. Muchas veces esta
triste respuesta proviene de una protección o ayuda excesiva por parte de la
familia.
Los niños al nacer necesitan todo tipo de atenciones
las veinticuatro horas del día, necesitan que estemos con ellos y que les
protejamos. Proteger a los hijos es algo natural e instintivo, pero llega un
momento en el que hay que poner ciertos
límites a esta conducta, pues el exceso de atención y protección
al niño puede convertirse en un factor negativo para el desarrollo de su
personalidad.
Cuando los cuidamos en exceso, no les permitimos arriesgarse o resolvemos
los problemas que puedan surgir para evitarles un disgusto, de alguna manera e
implícitamente estamos diciéndole que no confiamos en sus posibilidades para
resolver, que no puede o no sirve para eso.
Muchas veces los niños protegidos en exceso no asumen
responsabilidades ni desarrollan sus capacidades porque no les dejan los mismos
padres
Por lo
cual, una de las consecuencias de la sobreprotección es la falta de
herramientas para desarrollar estrategias que le permitan abordar y resolver
los problemas que se le van presentando en el juego con otros niños, en las
tareas del jardín, en sus relaciones con otros adultos.
Pueden llegar a tener
otras consecuencias, lo cual dependerá de cada caso en particular; entre las
más comunes están:
2. Falta de iniciativa propia, creatividad, seguridad y
autoestima.
3. Desinterés por conocer y desarrollar sus talentos y habilidades porque no saben que los poseen.
4. Indiferencia por las necesidades del resto de las personas
5.Tienen poca tolerancia a la frustración y muestran insatisfacción por sus propios logros
6. Cierto nivel de egocentrismo y necesidad de atención
3. Desinterés por conocer y desarrollar sus talentos y habilidades porque no saben que los poseen.
4. Indiferencia por las necesidades del resto de las personas
5.Tienen poca tolerancia a la frustración y muestran insatisfacción por sus propios logros
6. Cierto nivel de egocentrismo y necesidad de atención
7. Requieren la
aprobación del adulto para estar seguros.
8. A veces muestran conductas poco sanas para
conseguir sus deseos personales, como la manipulación o los berrinches.
9. Suelen estar siempre comparándose con los demás, subrayando
las virtudes y las capacidades de los otros. Es posible que les vea como seres
superiores y sienta que jamás llegará a rendir como ellos
Ningún padre sobreprotege con la
intención de hacer mal, por el contrario; sin embargo, a veces puede hacer
mucho daño, por lo que es necesario repensar la relación que mantenemos con
nuestros hijos para favorecer la autonomía e independencia, además de
brindarles confianza y seguridad.
Es bueno dejar que los niños experimenten por sí solos, que se equivoquen, que
se relacionen libremente con sus compañeros, que juegue con otros niños, que
resuelva los pequeños conflictos que surjan sin ayuda y que aprendan de sus errores. Podemos
ayudarles a reflexionar sobre la solución a un determinado problema, pero es
bueno que ellos solos vean cuáles son las distintas posibilidades y aprendan a barajarlas
y a elegir, acarreando con las consecuencias.
Esto tampoco quiere decir que
los padres deban ignorar a sus hijos: todo debe estar en su justa medida ya que los niños también necesitan el apoyo de sus
padres, pero el suficiente , que les permita desarrollarse y aprender,
equivocarse y volver a intentarlo para conseguirlo por sí mismos.
Un niño con una buena autoestima podrá experimentar sus
efectos positivos: la confianza, el ánimo, el interés y el placer de aprender y
de realizar sueños. Es necesario que sea edificada y construida desde que el
niño sea apenas un bebé.
Algunos puntos a considerar
para favorecer la seguridad y la autoestima.
*El refuerzo positivo, es decir resaltar los logros y no sólo los errores, pero sin
exagerar los elogios para que no dependan de ellos
.
*Encargarle tareas que puede realizar solo (como juntar sus
pertenencias, vestirse, bañarse, poner la mesa, hacer pequeños mandados en la
casa, cuidar una mascota), sin estar controlándole todo el tiempo para ver si
lo hace bien. Deben ser tareas sencillas pero importantes para que sienta que
confían en él y en sus posibilidades.
*
Hacer que se sienta importante y necesario. Con frases como “no lo hubiera podido hacer sin tu ayuda”,
“te extrañé”, “si hubieras estado me hubieras ayudado y hubiera sido más fácil”
*
Felicitarlo por un trabajo bien hecho, aunque los resultados no hayan sido los
esperados. Valorar el esfuerzo. Así,
por ejemplo, si se han propuesto bañarse solos o intentar atarse los cordones,
cada vez que lo hagan les daremos una frases como: "¡Genial!, me encanta
verte hacer eso, cómo se nota que estás creciendo".
*No
usar frases como "Así no se hace, dejame a mí". El niño tiene que aprender, y el proceso requiere tiempo y
equivocaciones. Si la actividad es razonable es bueno que lo intente varias
veces hasta que pueda. Se puede optar por formas más atractivas de guiarlo: "te voy a contar el truco que tengo para
hacerlo, ¿si?".
*Si detectamos que hay algunas cosas esperadas para su edad
que verdaderamente no pueden hacer solos, invitarlos a practicar y si aún así no puede buscar ayuda
externa para superar el problema antes
de que gane el desánimo y se inhiba ante los demás.
