La importancia del juego simbólico en los primeros años
El juego es un rasgo
singular de la infancia que, además de ser un derecho, tiene una fuerte vinculación con la construcción del conocimiento, ya que, en esta etapa de la vida,
investigar, jugar y conocer forman parte de un mismo proceso.
Impulsar la expresión del juego
en el jardín permite que el niño recree un fragmento de la realidad y le dé un significado
particular, dando lugar a la simbolización y a la creatividad y
favoreciendo la aparición de un sujeto activo, dinámico y creativo.
La representación que se
produce en este juego implica
que el niño ha construido una imagen mental que le permite simbolizar y por lo tanto puede
“hacer como que duerme y también hacer como que duerme a su muñeco”.
Cuando un niño juega a
dramatizar situaciones de la vida familiar o social y se disfraza con telas y
accesorios, hace dormir a los muñecos, o navega en un barco construido con
cajas, está sumergido en un mundo imaginario en el que todo es posible, por eso
es habitual que prefiera jugar con la caja que con el juguete que venía dentro
de ella.
Al manipular una caja o una tela sin forma está aprendiendo a pensar y entender qué puede hacer con las cosas, cuál es su utilidad y así decidir si les son útiles o divertidas o si no sirven para mucho.
Investigan el ruido que hace, cómo cambia de forma, qué utilidad le pueden
dar, si caben dentro, si no caben, qué pueden meter, cómo lo pueden
sacar, cómo se cierra, cómo se abre, cómo la tela tapa lo que hay
debajo, cómo envuelve lo que hay dentro, y que según su idea se puede convertir en un sin fin de objetos de juego: casas, autos, paredes, cuevas, aviones y mucho más.
El juego simbólico y el juego dramático favorecen el lenguaje, la comunicación, el dominio del tiempo y el espacio, las nociones de simbolización matemática, las relaciones vinculares y la socialización